II. ARGENTINA
1) ORACIONES A NUESTRA
SEÑORA DE LUJÁN,
PATRONA DE LA ARGENTINA
3. Virgen María,
Madre de Dios y Madre nuestra.
Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria;
hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia ti, Madre
de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos.
Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo.
Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz
de una mañana nueva, que es la luz de Jesús.
Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.
Unidos estamos bajo el celeste y blanco de nuestra bandera,
y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta
el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta
el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes.
Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús
en los corazones.
Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues
las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril
de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro
suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga
la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar
su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel
inocente bañe con su sangre nuestras calles.
Haz madre que comprendamos que somos hermanos,
nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera.
Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas
alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza
material y espiritual y que tomados de tu mano digamos
más fuerte que nunca:
¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA!
4.¡Oh, Santísima
Virgen María! ¡Coronada Reina de Luján!
Dios me ha creado para la gloria eterna.
¡Ah! ¿Quién me diera alas de paloma para volar
a esa morada de felicidad?
¿Quién me abriera las puertas del cielo, y me ayudara
a subir hasta el pie del trono del Altísimo?
Concédele, oh! Santísima Virgen de Luján, vuestra
protección a este hijo tuyo que gime en medio de este valle
de lágrimas y sólo recibe consuelo celebrando vuestras glorias.
Ayúdame a fin de que después de haberte honrado en la tierra
merezca alabarte en el Cielo, por los siglos de los siglos.
Así sea.
http://www.mariologia.org/oracionanuestrasenoradelujan.htm
5. NOVENA A NUESTRA
SEÑORA DE LUJÁN
Oración Principal
Divino Jesús, que, en la hora
suprema de vuestra agonía,
para no dejarnos en la orfandad: en la persona del evangelista
San Juan, nos honrasteis con el nombre de hijos de vuestra
propia Madre y disteis a Ella, la misión amorosa
de ser la Madre de la humanidad; venimos a postrarnos
a vuestros pies, para rendiros el homenaje de nuestra gratitud,
por esa fineza de vuestro amor paternal.
No nos dejasteis, así, solos en el mundo, en el momento
de vuestra muerte y de vuestra partida. María ha sido
la verdadera Madre de la humanidad y nosotros, sus hijos,
hemos recibido de Ella, los inmensos beneficios
de su inagotable amor.
Desde la hora en que acompaña a vuestros discípulos,
en el cenáculo y los guía, a través de trabajos apostólicos,
en sus años de vida sobre la tierra, hasta la hora presente,
después de su muerte, sus caricias amorosas han rozado la frente
del mundo, para consuelo y aliento de sus penas, para alegría
de sus triunfos y para guía de su tránsito por la vida, hacia la feliz
eternidad. Y unas veces con sus escapularios y otras
con sus rosarios, ya desde un trono de espinas, ya desde
una columna, ora en las grutas de los montes, ora en la espesuras
de las selvas, que siempre que en la sublime visión de su belleza;
descendió a la tierra bajo innumerables advocaciones, fue
la Madre de misericordia, cumpliendo la divina misión que vos
le encomendasteis, en la cumbre del Calvario.
Señor, este pueblo, postrado hoy ante vuestras aras,
también ha merecido su especial favor; también él
puede llamarse su hijo y darle el dulce nombre de Madre,
porque así se ha mostrado, al elegir un rincón de esta tierra,
para fuente de sus gracias.
Su imagen bendita que, un, día se detuvo en Luján, para morar
en é1, no es otra cosa que un venero de los amores maternales
de María, difundidos por todos los ámbitos de la patria.
Señor: gracias infinitas os sean dadas, porque al darnos
a vuestra propia Madre por Madre del mundo, nos la disteis,
de una manera especial, en la advocación de Nuestra Señora
de Luján que es la dicha, el tesoro y la gloria de la devota Nación
Argentina, que la proclama, con justicia, Reina del Plata y
Madre de su pueblo.
Primer día
Inmaculada Virgen María, que en un exceso de vuestro
amor maternal, hicisteis al pueblo argentino el honor
de vuestra visita y el obsequio de vuestra eterna compañía;
el pueblo que así favorecisteis, siente, hoy, la inmensa alegría
de recordar vuestra venida prodigiosa y meditar, ante vuestras
aras, esa sublime manifestación de vuestro amor.
Y ante sus ojos, llenos de lágrimas de placer, contempla aquel
convoy formado de carretas, que llevando vuestra efigie,
se detiene, de improviso, en los campos de Luján: asiste al
espectáculo extraordinario que ofrecen los bueyes que arrastraban
la carga y que aunque aguijoneados, con fiereza, por sus
conductores, se niegan a seguir adelante, y ve finalmente, cómo
retirada del cargamento vuestra preciosa imagen, se puede
continuar la marcha y cómo, a raíz de ese prodigio, os quedáis
entre nosotros, para no abandonarnos jamás. Y recordando
todo eso, lleno de entusiasmo, os saluda reverente, se postra
ante la milagrosa efigie y saluda en vuestra aparición, a la que
va a ser, desde esa hora, la Madre del pueblo en el cual sentáis
vuestro trono de Reina.
¡Cómo no bendeciros, Inmaculada Virgen María, por tan
singular favor!¡Cómo no aclamaros nuestra Madre, si todo
ese prodigio es obra de vuestro corazón maternal, que
precisamente se queda en medio del pueblo argentino para
prodigarle su amor!
!Que sea, para vos, agradable morada nuestra tierra; que sea
para nosotros, feliz presencia la vuestra; el pueblo os ama
con delirio:
Vos amáis al pueblo y en medio de esos amores, qué bien estáis
entre nosotros, y nosotros con vos, qué felices que somos.
No os vayáis jamás de aquí, con vuestro amor. No os perdamos
jamás nosotros, con nuestra ingratitud.
Deprecaciones
Seáis bien venida, oh María a nuestro pueblo. Permaneced en él
eternamente. Sed su Reina y Madre, pero Madre de misericordia.
Dios te salve, María...
Santificad, Señora, al pueblo que elegisteis, Para que vuestra
venida sea una prueba de su salvación.
Dios te salve, María...
Así como vuestra visita a la madre del Precursor, hace aún sonar,
en nuestros templos, las notas del Magnificat; que por esta visita
que hacéis al pueblo argentino, vuestro nombre suene siempre
en sus labios y se grabe en su corazón
Dios te salve, Maria...
Segundo día
¡Oh, Virgen de Luján! Ya estáis en nuestro pueblo. Ya el prodigio
de vuestra venida os ha merecido un trono en la humilde llanura
de Luján, con la primera capilla levantada en vuestro honor
y un trono más hermoso todavía, en el sencillo corazón
de los moradores de las pampas. El campesino os saluda
con la plegaria aprendida en la infancia y el errante gaucho
detiene su corcel frente a vuestra ermita y pronuncia ante vos,
la oración que el corazón le dicta. Vuestro corazón de Madre
goza ante esa pureza de amor incontaminada y un himno
de gratitud suena en torno vuestro, en retribución atraídos
por el imán de los hogares se agrupan cerca de vuestro trono
y unen al arrullo del río, que besa vuestras plantas, el rumor
de sus faenas.
Ya sois, Señora, la fundadora de una villa, la que llevará
vuestro mismo nombre y tendrá el orgullo de ser, más tarde,
el tabernáculo de vuestras glorias. ¡Ah! bien podemos repetir
con la Sagrada Escritura que no se ha hecho cosa tal,
con todas las naciones. Eso lo reservabais para este pueblo
predilecto vuestro, que no se cansa de repetir lo que ha grabado
alrededor de vuestra imagen: La Virgen de Luján es
la primera fundadora de esta Villa.
Fundadora; porque sois Madre, llenasteis de hijos devotos
vuestros, toda la comarca. Fundadora: multiplicad los devotos,
los hombres de fe, los pueblos creyentes, para que nuestra
nación os tenga siempre por madre y bajo vuestro patrocinio,
no se pierda jamás, en el naufragio de la duda y de la incredulidad.
Deprecaciones
Fundadora de la Villa de Luján, sed también el fundamento de nuestra vida
espiritual, para que jamás se derrumbe el edificio
de nuestra fe.
Dios te salve, María…
(Cantada o rezada)
Virgen de Luján, que se apoye siempre en vos la familia argentina y que su escuela enseñe a las generaciones infantiles,
a fundamentar su porvenir, sobre la base inconmovible de la moral.
Dios te salve, María…
Sed, poderosa Señora, el sostén de nuestras instituciones
y cuando súbditos y mandatarios, se descarrilen del sendero
del bien, dadles la fortaleza necesaria para que encaminen, nuevamente sus pasos, por el camino de la virtud.
Dios te salve, María…
Tercer día
Ya lo suponía el pueblo, oh Madre de misericordia
¿A qué habíais venido a nuestra tierra? - A abrirnos el caudal
de vuestros favores.-Y apenas estáis, entre nosotros, ya corre,
por doquier, la fama de vuestra generosidad maternal.
Los que necesitan del auxilio del cielo, los que sufren,
los que lloran, corren a vuestros pies y basta una sola
Ave María rezada ante vuestras aras, un sollozo llegado hasta
vuestro oído, para llenar de alegría, los corazones afligidos .
Y como si eso no bastara, vos misma iréis, peregrina bajo
la luz de las estrellas, buscando en el tugurio del enfermo
humilde, que no ha podido llegar hasta vuestro trono,
una miseria que salvar, una pena que calmar, una lágrima
que enjugar y hasta el lodo que se ha pegado a vuestro manto,
en el camino, y que desprende de él, un humilde esclavo vuestro,
servirá de bálsamo maravilloso, para aliviar y curar los dolores
de la tierra. ¡Oh, Madre de Luján! ¡Cómo te muestras así
Madre y Madre de misericordia, inspirando nuestra confianza
hacía vos!
Escuchadnos, Señora. Monstra te esse trem; mostradnos
que seguís siendo esa Madre. Hay muchos que sufren;
hay muchos que lloran. Compadeceos de todos ellos. Pero junto
con las miserias materiales, los más sufren de enfermedades
morales. Sed su remedio. Son vuestros hijos; que no se pierdan.
Llamad a las puertas de sus corazones: visitadlos con vuestras
inspiraciones y prodigadles el auxilio para su conversión,
para que todos, Señora, sin que falte uno solo, os aclamen Madre,
también en la eternidad.
Deprecaciones
Madre de los humildes, caritativa Virgen de Luján, no olvidéis
a los que sufrimos, en este valle de lágrimas
Dios te salve, María...
Sagrada Virgen María, piélago inmenso de inagotable caridad,
haced que el amor de los hermanos reine entre nosotros y que
en medio de vuestro pueblo, se mantenga siempre ardiendo,
la hoguera de la caridad cristiana.
Dios te salve, María...
Virgen de Luján, que habéis socorrido, tantas veces nuestras
pobrezas materiales, que vuestro auxilio sea también, para
nuestra indigencia espiritual, haciéndonos ricos
de las virtudes, que conducen al cielo.
Dios te salve, María...
Cuarto día
Virgen Santísima, aclamada por la Iglesia, Auxilio
de los cristianos, cómo podía faltar ese auxilio vuestro
a un pueblo que, confiado en vos, ha llamado infinitas veces
a las puertas de vuestro amor, para implorar vuestra misericordia.
Tenían que venirnos, con vuestra venida, todos los bienes;
ella era una prenda del auxilio que habíais de prestarnos,
y he ahí que en las horas de los grandes peligros escuchasteis,
benignamente, las plegarias de vuestro pueblo. Pudieron
las nubes del cielo negar a nuestras campiñas su benéfica lluvia
y los rayos abrasadores del sol amenazar la vida de nuestras
mieses; pero ¡ah! los lamentos del labriego llegarán a vuestro
corazón y terminarán las sequías y los campos se cubrirán
con la esmeralda de las hierbas y el oro de los trigales.
Pudieron las hordas salvajes del desierto lanzarse airadas
contra las indefensas poblaciones y hacer sonar su grito
de exterminio, anunciando el saqueo, el incendio y la matanza.
Todo debía ser en vano, porque ese pueblo devoto vuestro,
que postrado ante vuestra prodigiosa imagen de Luján
os invocaba en medio de su angustia, con ilimitada confianza,
contaba con vuestro auxilio. Y vuestro poder había de manifestarse
en su favor, añadiendo una prueba más las muchas que ya
le habíais dado de vuestro amor maternal. Y los indios perderán
su camino, desbaratados por vuestro poder, y la borrasca pasará
muy lejos, anunciando, en su bramido, el pararrayos invisible
que la había disipado.
¡Oh, generosa Madre, ante este nuevo prodigio, cómo no se ha
de afirmar nuestra fe en vuestro poderoso auxilio, hoy que la
indiferencia general, como una larga sequía, está marchitando
el fervor de nuestra devoción, y cuando las hordas infernales
avanzan por el mundo para matar nuestras almas, y que no tenemos
otra defensa, en contra de ellas, más que ese auxilio vuestro!
Vos, que sois un ejército en orden de batalla, detenedlas,
aniquiladlas, para que, gozosos, podamos vernos libres
del malón del infierno y os aclamemos, Virgen de Luján, como
el escudo de nuestras luchas y la fuerza incontrastable contra
los enemigos de nuestra salvación.
Deprecaciones
Madre bondadosa de Luján; cuando la aridez de nuestro espíritu
nos esté por llevar a la tibieza y a la indiferencia, haciéndonos
perder vuestra devoción, que el riego fecundante
de vuestras gracias, nos haga renacer en el fervor de la piedad.
Dios te salve, María...
Consuelo de los afligidos, en nuestros peligros, en nuestras
angustias, en nuestras necesidades, sed nuestro poderoso auxilio
y libradnos de todo mal
Dios te salve, Maria...
Virgen de Luján, defensa nuestra, sed nuestro escudo cuando
las hordas de Lucifer nos ataquen para hacer a nuestras almas
cautivas del pecado.
Dios te salve, María...
Quinto día
¡Oh Virgen Santísima! No en vano, el pueblo predilecto vuestro
ha requerido el auxilio de vuestro amor. Cada vez que os ha
llamado, le habéis respondido con gran prodigalidad. Todos sus
males han encontrado un alivio en ese vuestro amor inagotable.
Bien decía San Bernardo que jamás habíais desoído a quien os
implorara con verdadera fe. Cuantas veces la naturaleza
se ha rebelado en contra nuestra, habéis sabido remediar nuestros
males; cuantas veces el peligro nos ha amenazado con la crueldad
de los perversos, os habéis dignado conjurar ese, peligro.
Pero aun faltaba vuestro poder contra los enemigos exteriores
de vuestro pueblo, y no quisisteis que este poder dejara también
de manifestarse. Y cuando ejércitos extraños invadieron
nuestro suelo, para quitarnos la libertad y hasta la fe,
arrastrándonos a la herejía que podía arrebatarnos vuestro amor,
bastó la plegaria del pueblo y de sus jefes, para que le infundierais
valor a fin de arrojar de nuestra tierra al audaz invasor.
Dispersados por las fuerzas de la poderosa Albión los soldados
de nuestra defensa, en las primeras embestidas, ¿a quien habían
de acudir en medio del peligro, sino a Vos que erais la Madre
del pueblo? Y a Vos acudieron, y con vuestro aliento y con vuestro
nombre en los labios, salvaron al pueblo de la extraña dominación
y de una herejía que había de seguirla, privándonos de vuestro culto
y, con él, del consuelo y la dicha de nuestros devotos corazones.
Virgen de Luján, seguid velando en defensa nuestra, para que
nuevas herejías no vengan a invadir nuestra tierra, a fin de que
vuestro culto reine siempre entre nosotros, y si en mala hora cayera
sobre la patria la tempestad de doctrinas malsanas, dadnos otra vez
fuerza y valor para vencerlas y ahuyentarlas de nuestro pueblo.
Deprecaciones
Poderosa Señora, destruid las fuerzas del príncipe de las
tinieblas,
cada vez que pretenda invadir el pueblo de vuestro amor.
Dios te salve, María...
Salvadnos oh María, de la invasión del error; conservadnos
en nuestra fe y que no haya nada en el mundo que sea capaz
de arrancarnos de vuestros brazos de cariñosa Madre.
Dios te salve, María...
Iluminad, Señora, la mente de vuestros devotos, esclareced
su conciencia, santificad su corazón, para que puedan descubrir
los engaños de sus enemigos y rechazar las dádivas con que
quieren comprar sus creencias.
Dios te salve, María...
Sexto día
¡Reina del Plata! ¡Cómo no llamaros así, si nuestro pueblo
os debe la vida de su libertad! ¡Madre de la Patria!
¡Cómo no llamaros así, si nuestro pueblo nació en vuestros
brazos!
¿Qué significan esos trofeos gloriosos: esas banderas; esas
espadas, que penden de los muros de vuestro santuario
a los pies de vuestra imagen?
¡Ah! ¡Es la gratitud de la patria a la Madre de su libertad!
Ante vuestras aras, se postraron los libertadores: los que no
pudieron llegar a vuestro santuario, pidieron las plegarias de sus
capellanes, implorando vuestra ayuda, en la gran cruzada
de la libertad. Triunfaron, después, en sus homéricas luchas
y no olvidaron que las hogueras de gloria, que se encendieron
en Salta y Tucumán, en Maipo y Chacabuco, procedían
de la chispa de vuestros amores con que caldeasteis el corazón
de los héroes e iluminasteis el sendero de sus hazañas. Porque
Vos, que habíais venido prodigiosamente a esta tierra feliz,
la sacasteis del dominio extraño para hacerla libre, a fin de que
consciente de sus destinos, marchara por la senda de la prosperidad,
a la par de los pueblos independientes. Porque, por eso,
escuchasteis las plegarias de los grandes capitanes, que después
de sus acciones guerreras reconocieron, agradecidos, vuestra
intercesión en favor de la patria.
¡Oh trofeos gloriosos colocados al pie de María de Luján: decid
a esa Reina de la Patria, a esa Madre del pueblo, que diez millones
de argentinos le agradecen ,hoy su auxilio en favor de la libertad
de la patria y que claman, ante Ella, para que siempre sea el escudo
de nuestra nación; que conserve a su pueblo, que guíe
a nuestros gobernantes y que se muestre siempre nuestra Madre,
y que nosotros no nos hagamos indignos del nombre de hijos suyos,
olvidando sus beneficios y la gratitud que le debemos por habernos
dado la libertad, el más preciado don que Dios ha concedido
al hombre.
Deprecaciones
Virgen de Luján, en vuestros brazos, nació el pueblo argentino;
sed su Madre, al través de todos los tiempos.
Dios te salve, María...
Virgen de Luján, Madre de la patria; guiadla
siempre por el sendero de la dicha y de la prosperidad.
Dios te salve, María...
Virgen de Luján, Madre de nuestra libertad;
velad continuamente, por esa, libertad y que el
pueblo argentino no sea jamás esclavo y mucho
menos esclavo de las pasiones y de los vicios, que
constituyen la peor de las esclavitudes.
Dios te salve, María...
Séptimo día
Virgen de Luján: el pueblo de vuestros amores, por quien
tantos prodigios habéis obrado, calmando sus penas,
llenando sus anhelos, librándolo de los peligros y dándole
a libertad, no olvida vuestros favores, por doquier publica
vuestra bondad de Madre y hace surgir del fondo de su corazón,
una nota solemne de gratitud, hacia Vos.
Mirad cómo en devotas peregrinaciones acude a vuestro santuario.
Son miles y miles los romeros que se apiñan, periódicamente,
en vuestra basílica, con la plegaria ferviente y el elogio cálido
en sus labios Todos se disputan el honor de llegar al camarín
donde mora vuestra milagrosa efigie, y forman compactas
columnas frente a vuestras aras. Son los padres y los hijos,
los pobres y los ricos, los sabios y los ignorantes, sacerdotes,
militares, magistrados, en una palabra, es el pueblo entero
que se postra a vuestros pies. Todos han recibido vuestros favores,
todos han pasado vuestro poder y van a rendiros su gratitud
y a implorar, nuevamente, vuestra protección.
¡Oh, Madre! ¡Qué inmenso hogar habéis formado entre nosotros!
Mirad: Todos son hijos vuestros. Recibidlos a todos, bendecidlos,
alentadlos. Muchos serán hijos pródigos, que vuelven al hogar
materno por haber oído vuestro llamado. ¡Que encuentren en Vos,
la maternal misericordia!
Muchos serán, como el joven del Evangelio, hijos fieles
desde sus primeros años. Fortaleced su fe para que la conserven
siempre. Y así, unos y otros continúen llenando vuestro templo,
formando esas columnas grandiosas de peregrinos que os visitan,
y sean ejemplo para los demás y portavoces de vuestros amores,
a fin de que no quede un solo habitante de la Argentina
que no os visite en Luján, en vuestro camarín, en ese tabernáculo
de vuestro amor y manantial de vuestras gracias.
Deprecaciones
Virgen de Luján, contemplad a vuestros hijos, al pie de
vuestro trono. Vienen a imploraros. No desoigáis sus ruegos.
Dios te salve, María...
Virgen de Luján, contemplad a vuestros hijos,
al pie de vuestro trono. Vienen a agradeceros
vuestros favores. Aceptad el homenaje de su gratitud
Dios te salve, Maria...
Virgen de Luján, grande es el número de vuestros
devotos. Multiplicadlos, aún, como las estrellas
del cielo y las arenas de la mar.
Dios te salve, María...
Octavo día
¡Reina de la paz! Así os proclama la
Iglesia, y bien que lo sois,
Santísima Virgen María ¡Cuánta calma no habéis llevado
a los corazones en las horas de las grandes angustias!
La paz, la hermosa paz del corazón, nos ha venido de vos,
Señora, porque lo mismo en los peligros corporales como
en los del alma habéis sido nuestro consuelo, unas veces salvando
nuestra vida material con vuestro auxilio, y otras nuestra vida
espiritual, haciéndonos encontrar la gracia que habíamos perdido.
¡Reina de la paz! Pero para nosotros lo habéis sido, de una manera
especial, bajo el título de Virgen de Luján. Todos aun
lo recordamos. Eran aquellos días de angustia en que el cóndor
trasandino miraba, de hito en hito, el sol de nuestra bandera.
La guerra, la devastadora guerra, amenazaba nuestra paz y ya
la intranquilidad invadía el hogar, la sociedad y la nación.
¡Qué cuadro de desolación, aun concientes de nuestro poder,
se presentaba a nuestros ojos! Pero acudimos a vos y ante
vuestro altar os dijimos: Reina de la paz, rogad por nosotros,
y prodigiosamente quedaron unidos en estrecho nudo, frente
a vuestro camarín, el tricolor de la bandera chilena y el bicolor
celeste y blanco de nuestro pabellón.
Y aún están a vuestros pies, simbolizando a los dos pueblos
hermanos, que os proclaman la Reina de la paz. ¡Reina de la paz!
En vuestras manos está nuestra paz. Que jamás ella sea turbada
por el fantasma de la guerra: que nunca nuestros fértiles campos
se inunden con la sangre de vuestros hijos, y si alguna vez,
por nuestras deslealtades, merecemos ese castigo, que sea sólo
en parte, Protectora de nuestro pueblo, para que traigamos
también, a vuestros pies, los trofeos de la victoria, como
los trajeron nuestros heroicos generales en las horas de la libertad.
Deprecaciones
Virgen de Luján, que la paz reine siempre
en este pueblo, que confía en Vos.
Dios te salve, María...
Virgen de Luján, alcanzadnos la gracia de vivir,
continuamente, en paz con nuestro Dios, sin que el
grito de rebeldía de Lucifer suene jamás, en nuestros labios.
Dios te salve, María...
Reina de la Paz, rogad siempre por nosotros.
Dios te salve, María...
Noveno día
¡Virgen querida de Luján! Tres siglos han pasado, desde aquel
día glorioso para nuestra tierra, en que os quedasteis en los campos
de Luján, para elegir y santificar nuestro pueblo, a fin de que
vuestro nombre permaneciera, entre nosotros, eternamente.
Desde entonces, puede decirse que han pasado tres siglos de
favores vuestros en beneficio del pueblo argentino. ¡Cómo hemos
respondido a tanta generosidad! ¡Cómo hemos pagado tanto amor!
¡Ah, Señora! Todo es poco para vuestra gloria. Pero no os hemos
olvidado y os pedimos que aceptéis el obsequio humilde
de nuestra gratitud. Pobre, pequeño era vuestro primer santuario.
Os debíamos un trono mejor y el caudal del rico y el óbolo
del pobre fueron colocando, una a una, las piedras de la basílica,
que hoy es vuestra morada de Reina. Pobre, humilde era vuestra
veste y la corona que ceñía vuestras sienes de emperatriz y
el caudal del rico y el óbolo del pobre fabricaron la diadema de
oro y de perlas, que adorna vuestra frente. Obras materiales,
tienen sobre su valor de tales, un valor digno de vos.
Cada piedra de vuestro templo, cada perla de vuestra corona
es un corazón argentino rendido a vuestros pies, un corazón
argentino, cuyo amor hacia vos, tiene la eternidad de la piedra
y cuya fe resplandece, con más luz que todos los diamantes
de la tierra. Las flechas de sus campanarios que rasgan las nubes,
son las oraciones fervientes del pueblo, que aspiran llegar
a vuestro trono celestial y la bronceada voz de sus campanas
es el himno elevado a vuestra historia y que repiten, sin cesar,
los labios de vuestros hijos. En una palabra, todo es la gratitud
del pueblo argentino, a vos, Virgen Santísima, Fundadora
de la Villa de Luján, protectora del pueblo, Reina de la patria,
Generala de sus ejércitos, Madre de su libertad!
Deprecaciones
Virgen de Luján, coronada por la gratitud de
vuestro pueblo, hacednos dignos de conseguir la
corona de la inmortalidad.
Dios te salve, María...
Virgen de Luján, a quien nuestra piedad ha
erigido un santuario, convertid nuestros corazones
en verdaderos santuarios de virtud y santidad.
Dios te salve, María...
Virgen de Luján, bendecid los pueblos, en cuyo
templo, se os ha erigido un altar; bendecid los
hogares, de cuyos muros penda vuestra imagen;
bendecid las congregaciones, que llevan vuestro
nombre; bendecid a los que prendan sobre sus
pechos, vuestra medallas y escapularios; bendecid
a todos los que propaguen vuestra devoción
y finalmente, bendecid a los que pronuncien vuestro
nombre, con devoción y amor.
Dios te salve, María...
Oración final para
todos los días
Omnipotente y sempiterno Dios, que habéis dispuesto
que la Santísima virgen sea nuestra intercesora, ante vuestro
divino poder; aceptad propicio nuestra devoción hacia Ella,
bajo el título de Ntra. Sra. De Luján, a fin de que por sus
méritos y por sus ruegos, obtengamos el don de vuestra s
anta gracia, en la vida y la dicha de nuestra salvación
en el cielo. Amén.
http://www. mariologia.org/devocionesnovenas09.htm
2) ORACION A NUESTRA SEÑORA DE LAS
MERCEDES
DE TUCUMÁN, GENERALA DEL EJÉRCITO ARGENTINO
6. A ti recurrimos, oh Virgen Generala de nuestros Ejércitos,
para implorar tu maternal protección sobre esta Patria Argentina.
Te recordamos que aquí se alzó el altar donde se glorificó
a Jesús Eucarístico ante el mundo entero; que nuestra bandera
izó en la presencia augusta de tu divino Hijo; que los colores
nacionales cruzan sobre tu pecho cual blasón de Generala
del Ejército Argentino. Por todo esto te pedimos que protejas
a nuestra Patria erigida según los designios divinos y que del uno
al otro confín sepan los pueblos honrarla y que al postrarnos ante
tu imagen de Virgen Generala resuene esta unánime aclamación:
¡Tu eres la gloria de nuestra Patria. Tú eres la honra
de nuestro pueblo! ¡Tú la Generala de nuestro Ejército!
http://www.corazones.org/maria/mercedes_tucuman.htm
3)
ORACIÓN A SANTA MARÍA DEL ESPÍRITU SANTO,
DE LANÚS ARGENTINA
7. Oh María Inmaculada! Vos que habéis hallado gracia
ante los ojos del Altísimo y habéis concebido al Hijo de Dios
en vuestro seno Purísimo por el Espíritu Santo. Rogad por nosotros
a fin que podamos imitar vuestras virtudes. Interceded para
que Dios nos envíe el Espíritu Santo y purifique nuestros
manchados corazones y nos llene de alegría, amor y paz, y
podamos ser antorchas encendidas que proclamaremos la Palabra
vivificadora a todos nuestros hermanos. Rogad por nuestras
familias, y para que cada uno de nosotros tenga un corazón humilde
como el vuestro, y tengamos a vuestro Hijo Jesús como Rey
de nuestra vida. Madre, que queréis venir a nosotros y ser llamada
Santa María del Espíritu Santo, ayúdanos a que nuestra conversión
crezca cada vez más para Gloria de nuestro buen Dios.
http://sanmiguelillo.blogspot.com/2008/11/virgendelanus.html
4) ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DEL VALLE
DE CATAMARCA
Acto de Consagración
8, Postrado humildemente a tus pies, ¡oh Virgen Santísima
del Valle! vengo, a pesar de mi indignidad, a elegirte por Madre,
abogada y protectora, ante Jesús, tu Hijo divino, para amarte,
honrarte y servirte fielmente todos los días de mi vida. Alcánzame
de Jesús un vivo horror al pecado; la gracia de vivir y morir en la fe
más viva, en la esperanza más firme, en la caridad más ardiente
y generosa. ¡Oh Virgen del Valle! Dame el consuelo de que
en la hora de mi muerte, entregue mi alma en tus manos, y sea
conducido por ti a la gloriosa inmortalidad. Amén
Oración de los esposos a nuestra Señora
del Valle
9. Madre del Valle: Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo,
Esposa del Espíritu Santo: míranos.
El amor del Padre nos ha creado el uno para el
otro;
el amor de Cristo ha convertido nuestro amor
en signo sacramental que hace crecer la iglesia;
el Espíritu Santo hace nuestro amor fecundo y renovador.
Tú eres nuestro modelo, sé
siempre nuestra guía y nuestra madre.
Que nuestro amor sea fiel desde la fidelidad
renovada cada día,
en el tedio de lo cotidiano, en la borrasca de la tentación,
en la alegría de las cosas nuevas. María de Nazareth... guíanos.
Que nuestro amor sea fecundo
Oración de un joven a la Virgen del Valle
10. Madre del Valle, Madre de Jesús, el "amigo fiel que nunca
falla", escúchame. Soy joven, vivo una etapa decisiva de mi vida.
Acompáñame. No me dejes solo.
En las incertidumbres de un futuro cargado de posibilidades,
pero lleno de dudas e inquietudes, muéstrame a Jesús, Camino
del hombre. En la búsqueda de un ideal que dé sentido a mi vida,
que quiere ser la de un joven cristiano, leal honesto y generoso,
muéstrame a Jesús, Verdad Luz y guía.
En el ansia incontenible de crecer en el amor y en la amistad,
en el servicio y en la entrega, muéstrame a Jesús, la Vida.
Muéstrame a Jesús, al que plantó la Cruz en esta América Latina,
la tierra joven,
Consagración de los niños recién
bautizados
11. Virgen y Señora del Valle, Madre de Jesús y Madre nuestra,
Hoy, como miembros de la Iglesia de tu Hijo,
traemos a estos niños para que reciban nueva vida con las aguas
del Bautismo y entren al Pueblo de Dios, que es nuestra Iglesia.
Aunque pequeños, estaban en el pecado, en soledad y muerte.
Desde hoy, sepultados con Cristo, con Él han resucitado a la
Nueva Vida del Agua y del Espíritu Santo.
Desde hoy llamarán Padre a nuestro Dios; y el Dios hecho hombre
que vino a salvarnos, el Buen Jesús, será su Hermano, y ellos serán
templos vivientes del Espíritu Santo, y podrán llamarte Madre
y quedar a ti consagrados. Desde hoy son miembros de la familia
cristiana extendida por el mundo. Con la vida habían comenzado
su peregrinar por sendas ásperas, colmadas de dificultades y
peligros. La nueva vida que hoy inician, será un desafío para dar
testimonio de su fe y de su bautismo. Madre del Valle, hoy
los consagramos a ti. Ayúdalos a mantener la gracia y la amistad
con Dios en esta vida nueva que hoy reciben, y que iluminen con
su luz el camino de todos los hombres Te pedimos, Madre,
por su salud, la de sus padres, padrinos y familiares para que fuertes
y unidos, se apoyen en el camino diario. Virgen del Valle, recibe
a estos niños, que son los nuevos hijos de Dios, y ayúdalos a crecer
sin traicionar nunca su santo bautismo. Amén.
Plegaria del Paracaidista a la Virgen
del Valle, su Patrona
12. Enséñanos aquí en tu tierra argentina mi Santa patrona de los
paracaidistas que como propios hijos tuyos, tu bendición existe.
A ti me entrego, Virgen del Valle, al saltar humilde y silencioso
en pos de un ideal sumiso y victorioso. Como paracaidista y
valiente guerrero nace en mí el coraje de pedírtelo, el que quizás
un día me falte por eso también dame el valor y la fuerza de la fe.
Que nunca me abandonen para que con tu piedad y mi sinceridad
alcance lo que no se puede obtener de sí... la seguridad. Dame,
Madre, lo que jamás te piden lo que te queda y que los demás
no te requieren. Tu voz me ayudará a iniciar el salto victorioso y
descender pletórico de gozo. Amén.
13. Plegaria de la familia al salir de vacaciones, a la Virgen del
Valle,
Patrona del Turismo
Madre nuestra del Valle, Patrona Nacional del Turismo,
nuestro caminar de turistas nos pone en tu presencia.
Escucha, Madre, nuestro
clamor. Madre del divino amparo,
camina a nuestro lado, sube a nuestros vehículos
y danos la prudencia necesaria para transitar los caminos
de la Patria con la fe y la alegría que nos da tu compañía.
Señora nuestra del
Valle, desde tu cuna hecha de cerros
donde convergen las rutas de todos los llanos, abre las puertas
de nuestro corazón para que podamos conocernos mejor,
como peregrinos que somos de fraternidad y paz. Guía nuestros
pasos y haz que nuestro descanso nos alivie de todas las fatigas.
Que seamos
testimonio de paz fraterna en esta tierra argentina
que nos cobija para que, conociéndonos todos juntos seamos
creadores de la gran familia nacional donde reine tu amor y que
en todo lugar seamos heraldos del Evangelio de tu Hijo,
que hermana a todos los hombres del mundo. Madre y Patrona
bendícenos. Amén